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El incendio que aterró a Madrid: los absurdos errores que provocaron la tragedia de 'Alcalá 20'

El 17 de diciembre de 1983 fallecieron 83 personas en una discoteca ubicada bajo el teatro Alcázar

Bomberos en la entrada de la discoteca 'Alcalá 20'+ info
Bomberos en la entrada de la discoteca 'Alcalá 20' - ABC
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ABC no pudo ser más franco en su portada el 18 de diciembre de 1983: «Otra vez el pavor de la muerte». El titular dio en el clavo, pues el año no había terminado con sonrisas y guirnaldas en la capital. Los datos no engañan: en apenas tres semanas, Madrid se enfrentó a dos accidentes aéreos consecutivos y uno más en la estación de Metro de Menéndez Pelayo. Y, como amargo colofón, un incendio. «Ayer, de nuevo, la muerte arrancaba casi un centenar de vidas jóvenes en una discoteca madrileña, ensombreciendo la fría madrugada de diciembre, cuando se vive ya en vísperas navideñas». El nombre del local jamás desaparecerá de la mente de los más vetustos del lugar: 'Alcalá 20'.

La tragedia se cobró 81 vidas y recuerda, por la conmoción que provocó, al incendio que estos días ha calcinado un sector del Bronx. Aunque, curiosamente, aquellos días Juan José Millán hizo en 'La Tercera' de ABC la comparación a la inversa. «Nos parecemos cada vez más a Nueva York, y batimos récords. Mayor número de muertos por accidente aéreo y, ahora, también en la discoteca», escribía. Además de la ingente cantidad de fallecidos, el autor recalcó que, aquella jornada, también había muerto la inocencia de la chavalería. «Todo parece confabularse para que el madrileño no salga de noche; al miedo a la calle se une ahora el miedo a las salas de esparcimiento». La razón le acompañaba.

Mucha historia

Lo peor es que aquella discoteca no era una sala de medio pelo; todo lo contrario. Estaba ubicada en el subsuelo del teatro Alcázar y tenía casi tanta solera como la misma calle Alcalá. «Ha sido punto clave de mi noche madrileña. En la época del bolero y del descorche se llamó 'La Parrilla del Alcázar', visita nocturna obligada de cualquier forastero seductor o con ganas de contarlo en su pueblo», recalcaba Millán. Por entonces acompañaban a los clientes tres orquestas, vocalistas, treinta camareros y decenas de «chicas de alterne que cobraban por escuchar». Con el paso del tiempo, y la llegada del oropel, el lugar había cambiado de nombre. Antes era 'Lido': la versión madrileña de su equivalente parisina.

Incendio de la discoteca 'Alcalá 20' en Madrid+ info
Incendio de la discoteca 'Alcalá 20' en Madrid - ABC

Por aquella sala de variedades pasaron un sinfín de nombres propios. Manolo Codeso, Milagros Pontí, Bárbara Rey, Bibi Ardersen, Norma Duval, Manolito Díaz... Hasta Celia Gómez estuvo entre sus muros. Pero ni todo aquel famoseo valió al lugar para sobrevivir y hubo que cambiarle el nombre para actualizarlo a los nuevos tiempos. «Se convirtió en 'Chatte Noir', con poca luz y un escenario austero donde especialistas en el 'strip-tease' actuaban controladas por la música enlatada», añadía Millán. La última modificación fue la definitiva; la que le granjeó la categoría de discoteca de los ochenta y el nombre de 'Alcalá 20'. Los dueños dieron en la tecla y, allá por diciembre de 1983, andaba a tope.

Empieza la pesadilla

Y en esas llegó la tragedia. La pesadilla arrancó en la madrugada del 17 de diciembre, con una llamada a los bomberos: «Está saliendo humo de un local». Eran aproximadamente las cinco de la madrugada. Según ABC, el fuego nació en una zona alejada de la vista del público, en las inmediaciones del escenario. Cuando se vio la primera llama el DJ apagó la música y los más de 300 clientes empezaron a ponerse las chaquetas para salir. Reinó el desconcierto; nadie terminaba de creer lo que sucedía y muchos se tomaron a chanza el humo que tomó, a la velocidad del rayo, la pista de baile y la sala.

Uno de los presentes, José Ramón Pacio Lara, de 22 años, admitió a ABC que él fue uno de los que no se tomó en serio aquella calamidad. «Comenzó a salir humo y la gente, en broma, empezó a gritar: 'Que las abran, que las abran', refiriéndose a las cortinas, en tono festivo. Yo estaba con tres compañeros y, de pronto, nos encontramos envueltos en una nube de humo denso y negro». Antes se había intentado apagar las llamas con una boca de incendios que había en la sala, pero fue en balde. De pronto, la humareda se convirtió en el verdadero enemigo por la pésima ventilación. «No se veía la salida, estábamos aturdidos. Perdí el contacto con mis compañeros».

Sala principal de 'Alcalá 20'+ info
Sala principal de 'Alcalá 20' - ABC

Cuando los 300 clientes se percataron de que la Parca venía a por ellos la situación dio un vuelco radical. Hubo empujones, gritos y llantos. Javier Pauluz, que estaba en el interior y entró y salió varias veces de 'Alcalá 20' para tratar de guiar a las víctimas hacia la calle, confirmó a ABC que se oían voces por todos lados y que era imposible avanzar a través del humo. «El fuego ha empezado por los bastidores del escenario, por la parte de arriba. Acababan de encender las luces para irnos y salía un poco de humo. Serían las cinco menos diez. La gente salía agarrada y algunos chillando. Yo salí de los últimos para rescatar a más», explicó.

Otro de los supervivientes, Javier Pauluz, corroboró a este diario que intentó escapar por las salidas de emergencia, pero que las puertas estaban cerradas. Lo mismo pasó con dos grandes entradas traseras. Ambas tenían echadas el cerrojo para evitar que la gente no se colara. El resultado fue que la única salida visible se hallaba al fondo «de un pasillo muy estrecho». Por si fuera poco, muchos clientes, desorientados, cometieron el error de subir en su huida al último piso de la discoteca. «Allí había una verja por la que no se podía pasar», informó Pauluz. Otros ni tan siquiera se enteraron de lo que sucedía y dejaron este mundo asfixiados en varios reservados ubicados en los laterales del escenario.

Larga resaca

Pocos minutos después de la llamada a emergencias, las autoridades se personaron en 'Alcalá 20'. Policía Nacional, Policía Municipal, Guardia Civil... Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se volcaron con la tragedia. Unos ayudaban a los supervivientes; otros intentaban apagar las llamas. Pero ni eso bastó para detener el torrente de fallecidos. Al final, hubo que lamentar 81. La mayoría, asfixiados. Poco después de las cinco arribó a la zona el alcalde, Enrique Tierno Galván, que llamó a la calma. «Nadie pensaba que los cadáveres de las víctimas fuesen tantos. Cada dos o tres minutos salía un nuevo cuerpo calcinado. La cadencia vertiginosa provocó la ausencia de camillas, camilleros y ambulancias», recordaba ABC.

A las siete llegaron los grupos electrógenos de la 11ª Bandera de la Policía Nacional. No para colaborar en el rescate de víctimas, pues para los desafortunados que se habían quedado dentro no había esperanza, sino para evacuar los cadáveres del interior. Tampoco sirvió de mucho. Una semana después todavía seguían apareciendo cuerpos entre los escombros. Dos para ser más concretos, los de Valeriano y César Augusto. Ambos cayeron por el hueco del montacargas y fueron declarados desaparecidos.

«Es una cosa horrible lo que he podido ver con mis propios ojos. Estos días estamos asistiendo a tragedia tras tragedia. Tremendo. Quiero que se termine pronto este año, a ver si se va esta mala racha para España», añadió por entonces Tierno.

Salida de la discoteca en Madrid+ info
Salida de la discoteca en Madrid - ABC

Las cifras resultantes fueron escalofriantes. De las 81 víctimas mortales que contaron las autoridades, la mayor parte –36– fallecieron por culpa del monóxido de carbono o por aplastamiento. Un total de 31 dejaron este mundo carbonizadas por culpa del fuego, que fue extinguido en apenas una hora, y 13 por las quemaduras. El último de esta triste lista se dejó la vida al saltar al vacío en un intento de huir de la intoxicación por humo. «Tenemos la negra, y ahora le ha tocado a Madrid una racha de mala suerte», afirmó Joaquín Leguina, entonces presidente de la Comunidad Autónoma.

Tras aquella madrugada de pesadilla empezó el largo camino de la búsqueda de culpables. Los primeros en pasar por el cuartelillo fueron los cuatro propietarios de 'Alcalá 20', En principio fueron condenados a dos años de prisión por un delito de imprudencia temeraria.

Después, se barajó la posibilidad de que la sala no estuviera dentro de la ley, una acusación que rechazaron las autoridades. «La sala de fiestas cumplía todos los requisitos legales y tenía, con fecha de septiembre pasado, los certificados acreditativos del Colegio de Arquitectos y de la Delegación de Industria, que fueron mostrados en la reunión informativa conjunta celebrada en el Ayuntamiento por el presidente de la Comunidad Autónoma, Joaquín Leguina», desveló, poco después, el diario ABC en el interior de sus páginas.

El grueso de este embrollo fue solventado en 1994, más de una década después de que se sucediera la tragedia. Ese año, el tribunal dictó sentencia y declaró al Estado responsable civil subsidiario. En la práctica, el Ministerio del Interior se comprometió a pagar unas indemnizaciones que rozaban los 2.000 millones de pesetas. También se corroboraron las penas a los cuatro responsables de la sala de fiestas, al electricista (condenado por llevar a cabo una instalación deficiente) y al ex vocal de la extinta Junta de Espectáculos del Ministerio del Interior.

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